Este era el infierno, y no me había percatado.
Prostituyen sus labios
Prostituyen sus manos
Prostituyen sus ojos
Prostituyen sus fotos mimadas
Brincaré desde los psicólogos. Y no importa.
Si a nadie le interesa, entonces tampoco a mí.
Retorciéndome tembloroso. Escondido entre las sábanas.
Abriendo mi boca, modulando, sumando la potencia de mi pecho. Gritando sin eco ni rumor.
Ahora, no me preguntes por mis ojos henchidos.
No debería sorprenderte, este es el karma que me monopoliza
Y me mataste.