miércoles, marzo 29, 2006

Pena



Tengo una pena grande
pena sin color ni sombra de duda

Pena que no descansa
que me sigue sin tregua
no sé si es por Mi, por Ella o por Él

Tengo una pena terrible
que me desangra
con goteo incesante
poco a poco, gota a gota

Pena triste y sufrida
pena que no se despega, que duele

Cada lágrima cae en vacíos diferentes
en lugares sin horizontes
en dolores ocultos


Tengo una pena sola
pena fulminante,
pena que azota

Pena que no muere
que vive de mí
no se si me libraré

Tengo una pena perdida

que me confunde
con estocadas insensatas
me agobia contra la pared

Pena amarga y adictiva
como beso esquivo
como cruz latente





viernes, marzo 03, 2006

Minuto/Locura


Silencio! se gritó así mismo.
Debía ver televisión. Televisión que atonta, distrae y ciega. No quería pensar más. La casa estaba vacía; vacía hace días. Intranquilo, no podía callar sus pensamientos. La habitación parecía inmensa, olvidando las escuetas y reales dimensiones. Ropa en el suelo, basura de días en una bolsa maltrecha en el rincón del escritorio. Lo único que parece mantenerse de pie es la botella con un concho de vodka tibio. Más de cinco vasos pegajosos rondan por la habitación, aunque nadie más ha entrado en semanas.
Levantando el televisor del suelo, lo prende sobre la cama. La programación ya murió, quedan infomerciales que recuerdan lo mal que está el mundo. “Nada me resulta” murmura con asco. El golpe botó la caja negra dejándola inconsciente. Hasta su mentón recorrió el último sorbo de vodka. Quería salir y correr. Sin rumbo, sin reparos. Sin pensar en que sólo vestía ropa interior. Con un par de pasos creyó cruzar la habitación, mas no lo consiguió. La puerta parecía alejarse con cada zancada, moverse y girar un par de grados en cada intento por llegar a ella. Desesperó. Lloró. Tras varios intentos se dio por vencido. Decidió que estaba ebrio, y que dormir era la única solución. Incapaz de llegar a la cama, se tendió en el suelo, mas no pudo conciliar el sueño.
Logró comprender que no estaba encerrado en su habitación; que no podía escapar de la situación. Nunca pensó que le afectaría tanto, siempre creyó ser fuerte.
Ya es tarde, ni siquiera recuerda a quién amó.

(Imagen de Hubert J Daniel)